INICIÓ “UN TOQUE DE QUEDA” QUE NO ES TOQUE DE QUEDA.
Una nueva y desacertada medida tomo el alcalde de Ibagué Andrés Hurtado, lo que pintaba como una medida drástica de un confinamiento de 57 horas, terminó convertida en una medida ineficaz, que no va impactar en la disminución de contagios por COVID 19 y si va golpear la reactivación económica.
Y es que, durante las próximas 57 horas, las personas llegarán y se irán común y corriente del terminal de transportes, pero en menor medida, con lo que los contagios no se dejarán de producir y los transportistas tampoco verán aumentando sus ingresos.
En las mismas 57 horas se permitirá que una persona por familia (medida que nadie puede hacer cumplir) salga para abastecer la casa de víveres, siempre y cuando cumpla el pico y cédula. Lo que llevará a que el flujo de gente en lugares públicos se dé, pero a su vez los comerciantes ven disminuyendo sus ingresos en comparación lo que recibían por estas épocas.
Ahora bien, las excepciones de circulación también son tantas, que no van a permitir un oportuno control. En la noche del año nuevo el desbordamiento e incumplimiento será total por cuenta del paupérrimo pie de fuerza de Ibagué.
Un toque de queda es una medida gubernativa, que prohíbe en estados de excepción la libre circulación de las personas. por eso llamarle toque de queda a ese Frankenstein que se inventó el alcalde no es viable. Hubiera hecho más con un verdadero toque de queda de 12 horas el primero de enero, donde no se hubieran aprovechado para desinfectar el espacio público y con el que no se hubiera visto afectada la reactivación económica.
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